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“Siempre así”, es la filosofía que como artista quisiera acompañara mi nadir conceptivo y como alguien respetuoso con mi propio tiempo interior, que para siempre sea este el que guíe mi trabajo creativo por una trayectoria constante y valiente, para que mi arte no preste lugar a dudas ya que vierte y nace todo en uno, de un lugar íntimo y poético del que afloran formas armónicas que expresan mis personales y distintas “visiones” de belleza.
Siempre pensé en ofrecer al espectador “la posibilidad de tener una experiencia visiva directa inmediata, una experiencia única que se impone a la velocidad de la luz”. De hecho en mis obras, la libertad del gesto plástico y la razón son bases reguladoras.
–Mis manos y los ojos- tienden al máximo del equilibrio en el boceto, en el estudio previo del diseño incluso cuando desordeno principios, reglas y cánones que creía ya de por perfectos inamovibles en mis bases de trabajo. Se trata de no limitar mi campo creativo, de expandirlo más bien, con formas y climas lumínicos que conectan, que versan de una manera espontáneamente sintética, las mismas con que la creo y las mismas a modo de reglas miméticas que provocan en el observador estas mismas bases axiomáticas.
Fotografía trabajando boceto en mi estudio.
El creador “yo” en conexión con el observador “usted”, para ello rompemos la barrera de lo temporal pues mi trabajo parte del pasado y el prologo en las normas que usted impondrá en la observación de mi obra se basara en el presente o quizás más aya, versando el transito futuro del papel que le tocara desempeñar.
Quedamos, dejamos, imponemos, tanto usted como yo, manifestamos un control absoluto tanto de las exigencias íntimas de las emociones como de la técnica, tanto de los materiales como de los lenguajes artísticos. Eh acá la intención, unirnos a través del arte como medio de expresión uniendo dos formas temporales “el pasado” área en el que versa mi papel y “el futuro” donde se desempeñara el de usted como observador. Necesitaremos para ello pues una herramienta, un médium que ecuacione la posibilidad de fusionarnos y de que entendamos por igual la razón propia de cada obra artística, yo como creativo y usted expectante como experimentador, tenemos dos grandes reglas espacio (arte) y tiempo (pasado-futuro), sea pues la herramienta que nos une que ecuaciona miméticamente la empírica necesaria, ese médium que da lugar a este milagro “El Movimiento”.
Quedamos, dejamos, imponemos, tanto usted como yo, manifestamos un control absoluto tanto de las exigencias íntimas de las emociones como de la técnica, tanto de los materiales como de los lenguajes artísticos. Eh acá la intención, unirnos a través del arte como medio de expresión uniendo dos formas temporales “el pasado” área en el que versa mi papel y “el futuro” donde se desempeñara el de usted como observador. Necesitaremos para ello pues una herramienta, un médium que ecuacione la posibilidad de fusionarnos y de que entendamos por igual la razón propia de cada obra artística, yo como creativo y usted expectante como experimentador, tenemos dos grandes reglas espacio (arte) y tiempo (pasado-futuro), sea pues la herramienta que nos une que ecuaciona miméticamente la empírica necesaria, ese médium que da lugar a este milagro “El Movimiento”.
No nos llamemos a engaño esta ecuación mencionada es lo que vulgarmente también entendemos por lenguaje artístico, quede ello por lo tanto explicado. Tomo nota y lo comparto con ustedes otra forma de explicarlo y que expongo ahora.
En el Prólogo de su libro Comprender el arte moderno, la crítica española Victoria Combalía describía el rol de los artistas en los términos siguientes: «Sin estos seres que viven en otro planeta, nuestro mundo sería (...) invivible. Sencillamente, porque son ellos – los auténticos, no los que juegan a reproducir pequeños hallazgos superficiales en su forma o en su contenido – los que aún constituyen una zona de libertad y de pensamiento crítico contra la clonación perpetua de falsos ideales y de falsos estándares. Y porque se trata de seres más sensibles que el común de los mortales, no solo nos ayudan a mirar de otra forma el mundo, sino que avanzan propuestas que serán comprendidas en el futuro»
“El movimiento” preludio de vida cierta, la luz es el camino.
Ahora solo me queda refrendar la intención de ofrecer una mirada distinta sobre aquel mismo mundo en el que todos vivimos, de hecho poso mis pies avanzando hacia el futuro, pero mi obra marca, estampa como mi huella al caminar en terrenos del pasado o me surge entre las manos con esos movimientos vegetales, rebosantes dorados de luz avanzante, pululantes de expresión que pareciese en su estética una obra maestra de tiempos pasados. “yo muestro mi movimiento en el presente, avanzo en mi búsqueda quiero un futuro, anhelo avance me desprendo del presente enhebro algo moderno. Ahora recuerdo al mismo Velásquez cuando defendía sus estudios y bodegones como un arte mayor al igual que se considera el retrato, mientras los versados en la teoría aquellos que no podían ser tan grande como el en las artes denostaban tal forma de entender la infinita magnitud de lo bello y los caminos para obtenerlo. En sus propias cartas Velásquez compartía tales motivos de inquietud con su maestro Pacheco.
El movimiento puede demostrarnos una dimensión lúdica y la idea revolucionaria de que uno pueda jugar con la vida, con su propio cuerpo, con su propio comportamiento, con sus acciones y con cualquier material, incluso con la antimateria que es el vacío, para incurrir en su profundidad y da existencia en los vanos de aquellos lugares por donde antes no transitaba ni ritmo, ni luz ni movimiento. El uso artístico de materiales a la vez nobles y “diferentes” representa sin duda una dimensión central tanto de la poética como de la práctica artística. Se trata de recursos en las que la materia desempeña un papel de protagonista y la energía fluida del gesto está equilibrada por un rigor compositivo que alcanza un nivel de pureza atemporal y otorga a la forma un aspecto casi sagrado, en ocasiones subrayado por el uso de hojarasca de oro, motivos vegetales de luz, el refrendo divino de Allah como bosquejo de sus propios dibujos.
El movimiento puede demostrarnos una dimensión lúdica y la idea revolucionaria de que uno pueda jugar con la vida, con su propio cuerpo, con su propio comportamiento, con sus acciones y con cualquier material, incluso con la antimateria que es el vacío, para incurrir en su profundidad y da existencia en los vanos de aquellos lugares por donde antes no transitaba ni ritmo, ni luz ni movimiento. El uso artístico de materiales a la vez nobles y “diferentes” representa sin duda una dimensión central tanto de la poética como de la práctica artística. Se trata de recursos en las que la materia desempeña un papel de protagonista y la energía fluida del gesto está equilibrada por un rigor compositivo que alcanza un nivel de pureza atemporal y otorga a la forma un aspecto casi sagrado, en ocasiones subrayado por el uso de hojarasca de oro, motivos vegetales de luz, el refrendo divino de Allah como bosquejo de sus propios dibujos.
El movimiento transforma la luz y la luz al hombre, sinopsis de mi filosofía “Siempre Así”
«Continuo infinito presente» sigue siendo para mi un estimulo esencial. Es que en ellas está perfectamente condensada, según un excelente dominio de la técnica y una personal visión del mundo y del arte, la herencia artística formal de siglos pasados.
Reflexión acerca de la modernidad en el movimiento y motivos del pasado he acá una demostración de que nuestro tiempo siempre, siempre tiene un pasado.
Mi relación artística con la naturaleza y con el territorio en el que se hallan mis propias raíces - un territorio con una historia riquísima, una cultura compleja y una naturaleza hermosa - es una relación ancestral y fecunda, que enriquece continuamente mi imaginario y sus personales “visiones” artísticas. A propósito de las características concretas de ese territorio, que tienden a sublimar de una manera estrictamente estética la peculiaridad del genius loci: «el territorio, con su historia y su cultura es quizá hoy en día el único elemento capaz de producir diferencias en un ambiente cada vez más marcado por la mímesis recíproca de las formas». (Demos forma a un universo de imágenes en las que se yuxtaponen el rigor de la geometría y la mutabilidad de la naturaleza, las formas regulares y aquéllas irregulares, los materiales artificiales y aquéllos naturales, en el intento continuo de desvelar los criterios que ordenan la variedad del cosmos). Cuantos compendios cursaron sobre estas bases la cuna del Al-Ándalus.
Me gustaría constatar que mi obra avanza hoy en día como propuestas artísticas fuera del común, no tengo miedo a arriesgarse por las vías solitarias de la creación. Que no se deja seducir por las modas, el conformismo o la tentación de fáciles atajos. Un artista que no soporta «el arte que hace espectáculo, el arte que grita para que se le note, el arte de los diseñadores de moda» y que rehúye siempre - con fuerza - estereotipos, clasificaciones, etiquetas. Un artista cuyo arte conecta la totalidad de los arquetipos y de los mitos de la historia humana con los misterios de la naturaleza; suscitando emociones sempiternas que se encuentran en la paradoja de estar, al mismo tiempo, dentro y fuera de su tiempo. Y, justo por ello, dentro de todos los tiempos posibles porque mi tiempo es la esencia del movimiento.
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